Estoy solo. En las zonas más altas de la montaña no hay nadie, aunque no pienso en ello. Mi mente circula por zonas de mi alma que no conocía. Creo que es por esto por lo que siempre queremos volver a estas cotas inhumanas.

(Iñaki Ochoa de Olza)

domingo, 16 de mayo de 2010

Benasque Urban Tour

El Turbón, bien, gracias...suponemos. No hemos tenido el gusto de vernos este fin de semana. Por motivos ajenos a nuestra voluntad ha habido un cambio de planes. Hemos pasado del plan A al plan B y luego al plan C, y al D...


Plan A: Salimos de Zaragoza el sábado a las seis y algo direción refugio de la Margalida. La intención es llegar antes de que anochezca (o después, da igual), cenita y al saco. Levantarnos a las seis y empezar a subir al Turbón. Perfecto.

Todo iba bien hasta que por la pista que sube al refugio empezamos a percibir un olor raro que a Marocha le parece que es de "vaca muerta". A mí me huele a chamusquina. Y se confirma lo de la chamusquina. El embrague huele a quemadísimo. Son más de las nueve, no hay cobertura en los móviles y no queda mucho para llegar al refugio.

Plan B: Marocha propone dejar el coche allí y seguir andando hata el refugio. ¡Claro! ella lleva una mochila grande con todo metidito dentro. Yo en cambio llevo una mochililla y todo repartido por el maletero en bolsitas. Paso de subir al refugio con dos bolsas de El Corte Inglés y una del Lidl, además de con el saco y el aislante colgados de no se dónde.


Plan C: Nos damos media vuelta y pedimos a Daniel que nos acoja en su apartamento de Campo.

Daniel está con Victor. Nos acogen, nos ceden una habitación y dorminos como angelitos. La idea es levantarse a la seis, subir a Vilas del Turbón y desde allí hacer el Turbón.
Por la mañana decidimos que no subinmos, que no terminamos de fiarnos del coche y además hay que empezar desde bastante más abajo (unos 1200m de desnivel)...lo dejamos para otro día


Plan D: Benasque Urban Tour. Vamos a Benasque en plan Dominguero. Antes de las ocho estamos allí y no hay nadie. Visitamos la escuela de alta montaña, desayunamos en un sitio chulísimo, callejeamos, yo decido que de mayor quiero vivir en Benasque, y luego nos hacemos un PR, por eso de darle un poco de vidilla a las botas. Nos subimos luego al Hospital de Benasque, otro cafecillo, visita al museo y paseito por los llanos. Nieva un poco y todo está precioso. Hacemos bien de fotos. Volvemos a Benasque, entramos en Barrabés...¡Mal hecho!, picamos. Sólo un libro, no es lo más grave que puede hacerse en Barrabés.


Nos volvemos a casa. Pues nada al final todo genial...diferente, pero genial. Dejo el testimonio gráfico de este fin de semana dominguero y mandamos un beso a Daniel.


lunes, 10 de mayo de 2010

EL TURBÓN, LA MONTAÑA MÁGICA. 2.492 m.



Puede decirse que el Turbón es la “montaña mágica” por excelencia del Pirineo Aragonés y, como no podía ser de otro modo, la rodea un aura de misterio por diversos motivos y leyendas. Se cuenta que fue en esta montaña mágica donde encalló el Arca de Noé al descender las aguas del Diluvio Universal: “L´arca ba turbá, l’arca ba turbá” gritó el personaje bíblico, utilizando palabras del lugar. Eso cuentan los abuelos -como recoge en sus escritos José Damián Dieste- y eso explicaría el topónimo, pues “turbar” equivaldría a encallar. Y de “turbar”, “Turbón”.

Y es que además esta montaña, según muchas leyendas, es precisamente la elegida por las brujas del Alto Aragón para reunirse semanalmente y además en nochebuena a celebrar sus aquelarres, a bailar en torno al diablo, que por cierto, habita entre las cuevas de la montaña. Estos aquelarres eran el origen de las tormentas y el granizo que castigaban los pueblos de alrededor.

"La familia del señor Tomás acudió en pleno a la misa del gallo, a medianoche, dejando en la casa sola a la abuela, pues ya estaba muy vieja y postrada en cama.
De vuelta a la casa para continuar con fiesta tan señalada, el señor Tomás acudió al corral a por vino y observó que su mejor mula, de nombre Capitana, estaba muerta y con unos arañazos en el cuello. No pudieron continuar con la fiesta, que acabó en ese instante.
Durante el año siguiente pudieron comprar un nuevo mulo, Carbonero, y en la nochebuena, al regresar de la misa del gallo vieron que el mulo estaba desangrándose por el cuello. Todos quedaron estupefactos y la fiesta nuevamente se suspendió.
Al año siguiente, Antonier, el hijo de Tomás, decidió quedarse en la cuadra a vigilar y no asistir a la misa del gallo. Cuenta la historia que, con el calor que había en la cuadra, el joven Antonier acabó durmiéndose, pero despertó a medianoche y notó a los mulos muy nerviosos. Intentó encender un fósforo, pero tras encenderlo algo lo apagó. De nuevo volvió a intentarlo y pudo observar un gato negro en el lomo de una de las mulas. Tomó un garrote y atizó con todas sus fuerzas al gato.
Cuenta la leyenda que al día siguiente la abuela amaneció malherida en una pierna.”