Estoy solo. En las zonas más altas de la montaña no hay nadie, aunque no pienso en ello. Mi mente circula por zonas de mi alma que no conocía. Creo que es por esto por lo que siempre queremos volver a estas cotas inhumanas.

(Iñaki Ochoa de Olza)

lunes, 10 de mayo de 2010

EL TURBÓN, LA MONTAÑA MÁGICA. 2.492 m.



Puede decirse que el Turbón es la “montaña mágica” por excelencia del Pirineo Aragonés y, como no podía ser de otro modo, la rodea un aura de misterio por diversos motivos y leyendas. Se cuenta que fue en esta montaña mágica donde encalló el Arca de Noé al descender las aguas del Diluvio Universal: “L´arca ba turbá, l’arca ba turbá” gritó el personaje bíblico, utilizando palabras del lugar. Eso cuentan los abuelos -como recoge en sus escritos José Damián Dieste- y eso explicaría el topónimo, pues “turbar” equivaldría a encallar. Y de “turbar”, “Turbón”.

Y es que además esta montaña, según muchas leyendas, es precisamente la elegida por las brujas del Alto Aragón para reunirse semanalmente y además en nochebuena a celebrar sus aquelarres, a bailar en torno al diablo, que por cierto, habita entre las cuevas de la montaña. Estos aquelarres eran el origen de las tormentas y el granizo que castigaban los pueblos de alrededor.

"La familia del señor Tomás acudió en pleno a la misa del gallo, a medianoche, dejando en la casa sola a la abuela, pues ya estaba muy vieja y postrada en cama.
De vuelta a la casa para continuar con fiesta tan señalada, el señor Tomás acudió al corral a por vino y observó que su mejor mula, de nombre Capitana, estaba muerta y con unos arañazos en el cuello. No pudieron continuar con la fiesta, que acabó en ese instante.
Durante el año siguiente pudieron comprar un nuevo mulo, Carbonero, y en la nochebuena, al regresar de la misa del gallo vieron que el mulo estaba desangrándose por el cuello. Todos quedaron estupefactos y la fiesta nuevamente se suspendió.
Al año siguiente, Antonier, el hijo de Tomás, decidió quedarse en la cuadra a vigilar y no asistir a la misa del gallo. Cuenta la historia que, con el calor que había en la cuadra, el joven Antonier acabó durmiéndose, pero despertó a medianoche y notó a los mulos muy nerviosos. Intentó encender un fósforo, pero tras encenderlo algo lo apagó. De nuevo volvió a intentarlo y pudo observar un gato negro en el lomo de una de las mulas. Tomó un garrote y atizó con todas sus fuerzas al gato.
Cuenta la leyenda que al día siguiente la abuela amaneció malherida en una pierna.”



2 comentarios:

  1. ¡Qué chulada! Las leyendas siempre da gusto oirlas.
    Salu2.

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  2. Pues sí Diego, y las montañas se prestan mucho a las leyendas, leyendas de todo tipo. Aragón es tierra de leyendas. De leyendas y de cimas. De Cimas y Leyendas. jaja!

    Besicos.

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